24 marzo 2014

Javier Málvarez

A continuación el texto que Javier Málvarez escribió para el catálogo ART NALÓN 2013

El Arte es revolución en sí mismo, Helen Frankenthaler dijo en una ocasión que
la mejor regla creativa en el arte es que no haya reglas, esta anarquía intelectual
es la clave del éxito. Crear, intrínsecamente es romper las reglas existentes, es
dar a luz nuevos universos, con nuevos protocolos, nuevos lenguajes e inferir
nuevas ideas que sirvan de base a las que han de venir. Por tanto un artista
siguiendo a Henri Matisse es un explorador. Se debe comenzar por el autodescubrimiento
y la observación de sus propios procedimientos.


Resultan emotivas las fotos de los artistas pintando en sus estudios, discurriendo
por sus exploraciones, porque destilan honestidad emocional, se están
descubriendo así mismos, están desnudando su alma para exhibirla al público.
El término es elocuente, exposición, para el pintor exhibir su obra es exhibir su
alma, es exponerse al criterio ajeno, de este pensamiento deriva la más importante
premisa en toda crítica del arte, un escrupuloso y cuasi sacro respeto a la
obra y al artista.
Otro aspecto que me fascina del Arte con mayúsculas, del gran Arte, es su
capacidad de transmitir la emoción. En la obra de Inma Fierro hay esa química,
esa magia. Es una expresión cautivante, te atrapa sin duda por esa carga
emocional que porta. Recuerdo cuando descubrí su serie «Ópera Prima»:
Tauromaquia; me vi abocado a estudiarla, a analizarla, a descubrir sus secretos
más íntimos, en cierta manera la crítica del arte es psicoanalizar la obra,
tumbarla en el diván y con las herramientas del historiador descubrir qué
sucedió en el alma de su creador, es una invasión de la intimidad intelectual
del artista.

Toda la obra de Inma lleva ese tesoro incógnito a simple vista que al someterla
al análisis destila las ideas y las emociones, porque como dijo Edward
Hopper si se pudiera decir con palabras, no habría razón para pintar.
El Expresionismo abstracto es un movimiento singular en la Historia del
Arte porque supone muchas revoluciones en una misma. En primer lugar se
desplaza el foco creativo de Paris a Nueva York. Por primera vez en la historia
Europa pierde protagonismo a favor del nuevo continente; en segundo lugar
se produce una eclosión de la mujer como artista al margen de su género y
por último surge en un país que carece de las dependencias y esclavitudes de
la cultura europea respecto de los poderes fácticos que la han gobernado por
siglos. De este modo parece el ambiente idóneo para la libertad que todo artista
necesita en su quehacer creativo.
Todas esas cualidades en pos de la libertad subyacen en las obras de Inma
Fierro pero a la vez se produce una curiosa y única simbiosis con las más arraigadas
tradiciones españolas y andaluzas. Parece una locura y sin embargo es
posible, el Expresionismo Abstracto andaluz y español de la mano de Inma.
Ha combinado perfectamente el léxico de los artistas norteamericanos de la
segunda posguerra mundial, en lo formal y el mensaje de la tradición y la cultura
española, en un discurso único y diferenciador. Se siente heredera de su
tradición y lo expresa como una norteamericana de la Escuela de Nueva York,
es un claro ejemplo de lo que podríamos llamar traductibilidad de los lenguajes
expresivos.

En la obra de Inma Fierro es posible descubrir el action painting de Frank
Kline, el chorreón de la abstracción post-pictórica de Morris Louis, a veces la
soak staining de Helen Frankenthaler o el color field de la segunda generación
de los expresionistas abstractos de lo que Robert Motherwell definió como New
York School.
En lo cromático, unas veces, su paleta se arraiga a su tierra y tradiciones,
rojos, ocres, negros, como están presentes en José Guerrero, el expresionista
abstracto granadino y, en otras, los azules aparecen para expresar el gélido aspecto
de la desesperación y el sufrimiento como en «Dolores “Paríos”» donde
incluso el texto es necesario para mostrar las mil caras de los miedos humanos;
esa necesidad del texto complementario en el mensaje la comparte con Carlos
García de la Nuez.
Inma Fierro da una lección para los artistas presentes y futuros, cada una de
sus obras es ella misma, como reza en la cita del comienzo de estas líneas, ¿qué
más puede hacer un artista que ser también en su obra, tal como se es, en la
propia existencia? Ser honesto en la emoción y en la expresión, eso es el buen
Arte.

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